ORP ASOCIADOS

Ospino Rodríguez Profesionales Asociados. Peritajes en los ámbitos Penal, de Familia y Laboral.

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QUE ES PSICOLOGIA FORENSE

La Psicología Forense es especialmente útil en la realización de pericias penales, evaluación de presuntos agresores y daño psicológico, valoración para inimputabilidad, elaboración de evaluaciones psicológicas forenses, asesoría técnica a la Defensa o a la Fiscalía y el acompañamiento de víctimas o testigos en las audiencias orales.

USOS DE LA PSICOLOGIA FORENSE

La Psicología Forense ofrece un amplio abanico de usos prácticos especialmente útiles en el ejercicio jurídico tanto para la Defensa como para la Fiscalía.

EXAMEN DEL ESTADO MENTAL

Como testigo experta en juicio, uno de los aspectos que se deben verificar en los informes que otros profesionales de la Psicología forense hayan presentados es la realización del examen juicioso del estado mental de la persona evaluada toda vez que es un requerimiento en toda evaluación psicológica forense.

EN EL AMBITO DE LA FAMILIA

La Psicología Forense, como subárea especializada de la Psicología Jurídica, tiene como acción principal “la realización de evaluaciones psicológicas por solicitud de autoridades competentes, para aportar información especializada y veraz, que se convertirá en un medio probatorio para orientar la toma de decisiones judiciales”.

martes, 22 de abril de 2014

CONSECUENCIAS DEL MALTRATO INFANTIL INTRAFAMILIAR



Martha Stella Ospino-Rodríguez.       
De acuerdo con el tipo de maltrato, lo cual fue presentado en el escrito titulado “Maltrato Infantil Intrafamiliar”, se presentan las consecuencias del mismo.  De manera que a nivel somático por negligencia o abandono se puede observar:
  • Retraso pondoestatural,
  • Cronificación de problemas por falta de tratamiento físico,
  • Vitaminopatías,
  • Eritemas de pañal,
  • Aplanamiento del occipucio,
  • Aparición de ciertas enfermedades prevenibles mediante vacunación,
  • Producción de quemaduras y otras lesiones por accidentes familiares debidas a la falta de supervisión
Por maltrato físico se pueden presentar:
  • Lesiones cutáneas
  • Quemaduras
  • Lesiones bucales (que pueden afectar la posición de los dientes)
  • Lesiones óseas (que pueden afectar el crecimiento y la movilidad articular),
  • Lesiones internas (traumatismos craneales y oculares) destacando las que producen edemas cerebrales puesto que pueden tener secuelas neurológicas.
Los niños que sufren maltrato psicológico desde la edad escolar son significativamente más propensos a mostrar retrasos en el desarrollo cognitivo que los niños no maltratados.  Según Ampudia (2009) este fracaso se ha atribuido a la falta de estimulación y descalificación permanente de padres que se preocupan en demasía por aspectos conductuales y de obediencia, en detrimento de las necesidades exploratorias y de estimulación, necesarias para el desarrollo normal. 
Otras características que pueden tener los niños que han sufrido de maltrato psicológico son:
  • Se muestran más impulsivos, menos creativos y más distraídos.
  • Su persistencia en las tareas de enseñanza-aprendizaje es menor.
  • Son menos hábiles para resolver problemas.
  • Cuando llegan a la edad escolar, alcanzan resultados más bajos en las pruebas del CI, además de tener mal desempeño académico.
  • Presentan déficit en atención.
En cuanto al desarrollo del lenguaje se ha observado que los niños maltratados físicamente no se diferencian de los que no lo son en el lenguaje comprensivo pero si en el productivo, hasta los 30 meses (Ampudia, 2009).
Los niños maltratados presentan déficit en la expresión de verbalizaciones referentes a estados internos (Ampudia, 2009 y Moreno y Rabazo, 2006) y la razón es muy sencilla, dado el ambiente hostil en el que viven sus estados internos no son bien recibidos, por lo que los niños deciden no expresarlos.
Otras de las consecuencias del maltrato infantil en el área del lenguaje son:  deficiencias importantes en la adquisición y el desarrollo del lenguaje, dificultades en aplicación correcta del lenguaje común de uso, incapacidad para abstraer y generalizar los conceptos, vocabulario pobre, reducido y redundante, dificultad en la comprensión de nociones abstractas, escaso lenguaje espontáneo, construcciones gramaticales reiteradas y ausentes de nexos, imprecisiones articulatorias, atención fluctuante, dispersa, inconstante y débil, limitado razonamiento lógico, lateralidad mal definida confundiendo derecha – izquierda y la posición de los objetos entre sí y con referencia al sujeto, lo cual deriva en realizaciones gráficas y psicomotrices con una deficiente orientación y confusión espacial y temporal  (Moreno y Rabazo, 2006).  En resumen, los niños maltratados presentan una pobreza lingüística a consecuencia de las peculiaridades de cada una de las formas de maltrato y de la situación de privación sociocultural y afectiva que sufren.  
El área motora es el área menos afectada en los niños maltratados, sin embargo se ha visto que estos niños se muestran menos hábiles para el  uso de herramientas desde los 2 años de edad y aquellos niños que han sufrido abandono físico muestran mayores dificultades para adquirir la locomoción y déficit en motricidad fina.
En el área funcional autónoma los niños maltratados presentan apego ansioso, especial los que sufren abandono emocional (Ampudia, 2009, Mesa,Estrada, Bahamón y Perea, 2009 y Moreno y Rabazo, 2006); tienden a ser menos obedientes con sus padres y educadores, y presentan menos estrategias de autocontrol (Ampudia, 2009).  Los menores que presentan abandono físico resultan especialmente dependientes de los educadores en tareas propias de la nutrición que se lleva a cabo en el colegio.  Sin embargo, con los padres presentan un desempeño igual o superior a los niños no maltratados (Ampudia, 2009).                                        
En el área social y consigo mismos los niños maltratados presentan más rabia, frustración y conductas agresivas antes las dificultades, presentan problemas para relacionarse con otros (incompetencia en el funcionamiento social), reacciones de agresividad verbal y física, falta de identidad personal, inseguridad, desvalorización, baja autoestima, actitudes defensivas, síntomas depresivos (externalidad en la atribución de control y mayores índices de baja autoestima y desesperanza al futuro), comportamientos sexuales precoces (frotamiento y masturbación en presencia de otros niños), trastornos de alimentación, conductas autolesivas, entre otras (Arruabarrena y Intebi, 2010, Ampudia, 2009 y Moreno y Rabazo, 2006 y Vargas y Ramirez, 1999).
Ampudia (2009)  presenta las diferencias en la autoestima tanto cognitiva, emocionalmente y en el comportamiento de los niños con baja autoestima, característica de los niños maltratados, y los niños con alta autoestima, indicadores que deberá el evaluador tener presente con el fin de detectar esta problemática.

Un niño con baja autoestima
Un niño con alta autoestima
Se siente solo
Es muy activo
Se cree poca cosa o inferior a los demás
Está lleno de energía y entusiasmo para hacer las cosas
Es muy pasivo, espera que las cosas le sucedan
Tiene confianza en lo que hace
Vive aislado del grupo
Es alegre y feliz
No se interesa en nada
Busca el éxito
No puede resolver problemas
Es capaz de resolver problemas

Como puede observarse las consecuencias del maltrato infantil se presentan en todas las áreas de desarrollo de los niños, por tanto la evaluación debe ser integral para lograr establecer recomendaciones legales adecuadas y de intervención que modifiquen la situación de los niños.  En un próximo escrito se hablará sobre el proceso de evaluación del maltrato infantil intrafamiliar.
Para terminar se presenta el efecto del estilo de relación ente los padres y su hijo o hija, en el comportamiento y personalidad de los  niños (Vargas y Ramírez, 2009), que muestra cómo se asocia el tipo de disciplina impartido en el hogar y la relación afectiva padres-hijos, ilustrando que la disciplina restrictiva es más nociva que la permisiva y la relación afectiva mejor que la distante; sin embargo esto no quiere decir que los hijos no requieran establecimiento de límites y un ambiente de disciplina democrático.
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Para citar este escrito según normas APA:
MS. Ospino-Rodríguez. (21 de abril de 2014).  Consecuencia del maltrato infantil intrafamiliar.  [Mensaje en un blog].  Recuperado de http://lapsicologiaforense.com/.

REFERENCIAS
Ampudia, A.  (2009).  Guía clínica para la evaluación y diagnóstico del maltrato infantil.  Méjico: Manual Moderno.
Arruabarrena, I. y Intebi, I.  (2010).  Hablando de infancia… malos tratos a la infancia.  Gobierno de Cantabria, Consejería de Empleo y Bienestar Social.    
Mesa, A.M., Estrada, L.F. Bahamón, A.L., Perea, D.  (2009).  Experiencias de maltrato infantil y transmisión intergeneracional de patrones de apego madre-infante.  Pensamiento Psicológico.  6(13), 127-151. Recuperado de www.redalyc.org.
Moreno, J.M. y Rabazo, M.J. (2006).  Intervención psicopedagógica en niños maltratados: Estimulación del lenguaje.  Electronic Journal of Research in Educational Psychology.  4(8), 155-175.  Recuperado de www.redalyc.org.
Vargas, E. y Ramírez, C.  (1999).  Maltrato infantil: cómo comprender y mejorar nuestra relación con los niños.  Colombia: Planeta.



MALTRATO INFANTIL INTRAFAMILIAR

Martha Stella Ospino-Rodríguez.       
Uno de los tópicos sobre los que se pronuncia la Psicología Forense es el maltrato infantil, esto con el fin de identificar el daño psicológico concausal de este delito, el cual tiene una magnitud que a todas luces daña a la sociedad.  La Organización Mundial de la Salud (OMS) reportó en el 2000 un estimado de 57.000 homicidios de niños menores de 15 años, siendo mayor la tasa en el caso de niños entre 0 y 4 año (Martínez, 2008).  La violencia contra niños, niñas y adolescentes representó el 14,5 % de los casos ocurridos en el 2012 en el contexto de la violencia intrafamiliar. En este año, el sistema médico-legal reportó 12.173 casos de violencia contra niños, niñas y adolescentes, con una disminución de 2.038 casos con respecto al año inmediatamente anterior. Durante los últimos 10 años, las cifras más bajas se presentaron en el 2005, con 9.763 casos, mientras que las más altas se registraron en el 2009, con 14.087 casos (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2013).  A pesar que las cifras registraron una reducción en el año 2012 con respecto al año anterior, las cifras continúan siendo altas y la situación real es mucho peor dado que como en todos los fenómenos existen las ocultas, no permitiendo tener una idea clara de la magnitud del problema.
Con respecto al concepto de maltrato infantil (en adelante M.I.) se reconoce que existen deficiencias que afectan la fiabilidad y exactitud para evaluarse el problema, según Ampudia (2009):
1.   El momento evolutivo del niño, un mismo comportamiento puede considerarse o no como maltrato.
2.   El papel que cumple la vulnerabilidad del menor, porque un mismo comportamiento parental puede no causar daño a un niño sano, pero puede considerarse negligente si el niño padece algún tipo de discapacidad.     
3.   La conveniencia de considerar las consecuencias como un elemento determinante para valorar una conducta como dañina, factor que resulta especialmente conflictivo si se considera que alguna de esas conductas no acarrean consecuencias evidentes o inmediatas.  Por esto se incluye la noción de daño potencial en las definiciones, el cual puede ser difícil de evaluar al implicar una predicción mayor     
4.   La dificultad para precisar el límite a partir del cual puede considerarse como maltrato una conducta.  A lo anterior se deben sumar la falta de normas específicas sobre los requisitos a reunir para ser considerado un “buen padre” y las características que definen una “atención adecuada”.  De especial relevancia en los casos de abandono o negligencia, haciendo aún más difusos los límites entre un estado normal y uno de abuso y complican la tarea de detección.
5.   La conceptualización del maltrato infantil se refiere a la mayor o menor importancia que se debe conceder a los valores o normas culturales en función de los cuales las conductas se consideran socialmente aceptables o adecuadas.  En este sentido se debe tener presente que la representación social de castigo-corrección y maltrato es diferente en los diversos grupos y comunidades, “constituyéndose en un desafío cultural, desde el reordenamiento de las relaciones entre adulto y niño” (Carreño y Rey, 2010, p. 815).
6.   Otra dificultad para evaluar psicológicamente el M.I. es la naturaleza multidimensional, determinada por la gravedad, frecuencia, cronicidad, duración y tipo de conductas de maltrato, así como la edad del niño en el momento de la detección, el inicio de los episodios y la naturaleza de la relación con el/la maltratador/a.
A pesar de estas dificultades, se intentará brindar una definición de maltrato infantil: la Ley 1098 de 2006 o Código de Infancia y Adolescencia dice que “se entiende por maltrato infantil toda forma de perjuicio, castigo, humillación o abuso físico o psicológico, descuido, omisión o trato negligente, malos tratos o explotación sexual, incluidos los actos sexuales abusivos y la violación y en general toda forma de violencia o agresión sobre el niño, la niña o el adolescente por parte de sus padres, representantes legales o cualquier otra persona” (Art. 28).  También se ha dicho que “cuando un comportamiento, por acción u omisión, llega a poner en peligro la salud psíquica y física del niño, podría calificarse de maltrato” (Ampudia, 2009), por su parte, la Defensoría del Pueblo (2007, citado por Carreño y Rey, 2010) lo define como “toda acción u omisión que entorpece el desarrollo integral del niño o niña lesionando sus derechos dondequiera que ocurra, desde los círculos más particulares e íntimos de la familia, hasta el contexto general de la sociedad” (p. 808).   En estas definiciones se incluyen las diversas formas de maltrato, el que sea un comportamiento por acción y omisión, que ponga en peligro su desarrollo integral y que vulnere sus derechos.
Para evaluar el maltrato debemos considerar que existen distintos tipos de maltrato infantil.
Dentro del ámbito de la familia se presenta:
1.   Por negligencia
2.   Por abandono
3.   Físico
4.   Psíquico o emocional
5.   Sexual.
6.   Por síndrome de Münchausen
7.   Prenatal.
Se considera maltrato físico toda aquella acción no accidental por parte de los padres o cuidadores que provoque daño fisco o enfermedad en el niño o lo ponga en riesgo de padecerlos (Ampudia, 2009).
Maltrato sexual es cualquier clase de contacto sexual con una persona menor de 18 años por parte de un adulto desde una posición de poder o autoridad sobre el niño.  Este tipo de abuso puede clasificarse en función del tipo de contacto sexual, ya que puede darse con o sin contacto físico, y en función de la relación que existe entre la víctima y el ofensor, diferenciando así entre incesto y violación (Ampudia, 2009).
Maltrato psicológico o emocional se refiere a formas de hostilidad verbal crónica, como insultos, desprecios, críticas o amenazas de abandono, así como al constante bloqueo de las iniciativas de interacción infantiles (desde la evitación hasta el encierro) por parte de cualquier adulto del grupo familiar, e incluye formas de aterrorizar, humillar o rechazar a los menores (Ampudia, 2009).
El Síndrome de Munchausen por Poderes es una forma extraña de abuso que implica la fabricación reiterada de enfermedades en un niño por parte de un adulto.  Meadow, pediatra inglés, la describió por primera vez en el año 1977.  El niño es llevado en forma reiterada para recibir ayuda y cuidado médico. El resultado de lo anterior es una cantidad de procedimientos médicos, tanto de diagnóstico como terapéuticos. La definición excluye al abuso físico en forma individual, y los problemas no orgánicos del desarrollo que sólo son el resultado de privaciones emocionales y alimenticias  (Rosenberg, s.f.). 
Maltrato por negligencia se refiere al maltrato por omisión, cuyo caso extremo es el abandono.  Consiste en el fracaso de los cuidadores en salvaguardar la salud, seguridad y bienestar del niño y se da a distintos niveles (Ampudia, 2009):
1.   Negligencia física:  cuando no se proveen las necesidades físicas:  vivienda, ropa, nutrición, higiene y seguridad.
2.   Negligencia médica:  no se suministra el tratamiento adecuado para la salud física o mental.
3.   Negligencia emocional: se expresa en forma de rechazo, no brindar las necesidades de afecto y el soporte emocional requeridos.
4.   Negligencia educacional.
Fuera del ámbito de la familia, se presenta:
1.   Institucional (escolar, sanitario, jurídico, fuerzas de seguridad, servicios sociales, medios de comunicación).
2.   Explotación (laboral, sexual)
Es importante anotar que todos los tipos de maltrato se acompañan de maltrato psicológico.
De acuerdo a la severidad del M.I. se clasifica en:
1.   Leve: Los efectos del M.I son reparables en un corto tiempo de tratamiento.
2.   Moderado: Se requiere una intervención prolongada en el niño y su familia para lograr superar las consecuencias del M.I.
3.   Grave: aquel M.I. que no tiene retroceso y sus secuelas acompañan a la víctima de por vida.
Existen diversos factores de riesgo para el M.I., entre estos se pueden citar:
1.   Mayor distancia generacional entre el adulto y los menores, que se traduce en la existencia de intereses y valores muy distintos entre ellos.
2.   Creciente diversidad de funciones que está asumiendo la familia en los últimos años.  Estamos presenciando un desentendimiento de la familia en el desempeño de sus funciones y las cuales son asumidas por grupos sociales como la escuela, que no necesariamente resuelven el problema del maltrato.
3.   El contexto familiar y escolar es cada vez más diverso.  La realidad multicultural y nuestras sociedades hace que dentro de las familias y las escuelas se vivan experiencias muy diferentes.
4.   El grupo familiar y la escuela soportan una presión importante de los medios de comunicación, a los que sólo parece interesar los problemas y las fallas en estas instituciones.
Para hacer un abordaje forense del maltrato infantil, se hace necesario tener en cuenta el tipo de M.I. presente, los factores asociados a éste y la severidad del mismo.  En un próximo escrito se presentarán las consecuencias de este delito y las formas de evaluarlo.
        
Para citar este escrito según normas APA:

MS. Ospino-Rodríguez. (24 de marzo de 2014).  Maltrato infantil intrafamiliar.  [Mensaje en un blog].  Recuperado de 

REFERENCIAS
Ampudia, A.  (2009).  Guía clínica para la evaluación y diagnóstico del maltrato infantil.  Méjico: Manual Moderno.
Carreño, C.I., Rey, A.  (2010).  Reflexiones en torno a la comprensión del maltrato infantil.  Universitas Psychologica, 9(3), 807-822.
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Foresnes.  (2013).  Comportamiento de la violencia intrafamiliar Colombia, 2012.  Recuperado de http://www.medicinalegal.gov.co/index.php/estadisticas/forensis/703-forensis-2012.
Ley 1098 de 2006 por la cual se expide el Código de la Infancia y la Adolescencia.
Martínez, G.  (2008).  El maltrato infantil: mecanismos subyacentes.  Avances en Psicología Latinoamericana, 26(2), 171-179.  Recuperado de www.redalyc.org.

Rosenberg, D.A. (s.f.).  Síndrome de Munchausen por Poderes.  Departamento de Pediatría, Centro Médico de la Universidad de Colorado, Denver, Colorado.  Recuperado de http://www.sids.org.ar/pdf/munchausen.pdf

ABUSO SEXUAL INFANTIL ¿COMO ENTREVISTAR A UNA PRESUNTA VICTIMA?




Martha Stella Ospino-Rodríguez.       
Cuando se van a entrevistar un niño, niña o adolescente, presunta víctima de abuso sexual, se deben emplear protocolos de entrevista para eliminar aquellas técnicas que son explícitamente sugestivas o que perjudiquen la exactitud de la declaración por algún otro motivo (evitar preguntas tendenciosas, un lenguaje evolutivamente inapropiado y el feedback sugestivo), además con procedimientos adecuados para estimular las narraciones de los niños (Cantón, y Cortés, 2008 y Espinosa, 2011).  Todos los protocolos insisten en que se debe seguir una determinada secuencia y que deben ser llevados a cabo por profesionales especializados. 
La mayoría de los autores coinciden en la necesidad de realizar grabaciones y transcripciones de los relatos dados por los niños, niñas y adolescentes presuntamente abusados.  Como dice Vásquez (2005) “es imprescindible que la entrevista se grabe, a ser posible en vídeo. Esto permite examinar posteriormente si la entrevista se ha hecho correctamente, poder registrar de forma literal el contenido y elaborar la transcripción. Además se evita que el menor sea sometido a interrogatorios posteriores, reduciendo así su victimización secundaria” (2005, p.129).  Como docente universitaria, estoy convencida que todo profesional comprometido con su labor está en continúo aprendizaje.  Si se graban las entrevistas, no solo sirve para el proceso sino para el perfeccionamiento profesional.  Se puede estar laborando en una institución y realizar miles de entrevistas a niños, niñas y adolescentes presuntamente abusados, pero si no se revisa lo que se hace, se pueden repetir y perpetuar errores y malas praxis en detrimento de las víctimas y los procesados. 
De acuerdo con la literatura científica los protocolos más usados para entrevistar víctimas de presunto abuso sexual son:  la entrevista cognitiva, el Protocolo Nichd, el protocolo de entrevista forense de Michigan o guía de Poole y Lamb, el Protocolo SATAC , la entrevista paso a paso o step wise, la elaboración narrativa, el protocolo del Centrer for Child Protection (CCP), el Protocolo del National Children’s Advocacy Center (NCAC), el Memorandum of Good Practice, la guía American Professional Society on the Abuse Children, , entre otros (Arce y Fariña, 2006; Cantón, y Cortés, 2008; Espinosa, 2011; Godoy e Higueras, 2005; Manzanero, 2010; Perona, Bottoms y Sorenson, 2006; Sierra, Jiménez y Bunce, 2006; Súarez, 2004;  Vásquez, 2005 y Vásquez y Catalán, 2011).  Haré referencia a los cinco primeros protocolos dado que son los más conocidos y empleados en Colombia. 
La entrevista cognitiva, cuyo mayor auge lo tuvo en los años noventa, según Memon y Köehnken (1992, citado por Manzanero, 2008) consta de tres etapas:
1.   Crear un ambiente propicio
2.   Solicitar el relato libre de lo sucedido.
3.   Aplicación de las técnicas de recuperación de la memoria.  Estas técnicas consisten en: (a)  “Reinstauración cognitiva del contexto, que consistirá en tratar de poner al testigo mentalmente en la misma situación física y mental que cuando ocurrió el suceso” (Manzanero, 2008, p. 142).  (b) Focalización del recuerdo, es decir se ayuda al testigo a concentrarse en lo que está describiendo y, (c) Recuperación extensiva a través del cambio de perspectiva y del recuerdo de los hechos desde diferentes puntos de partida como por ejemplo cambiando el orden.
Esta técnica ha mostrado, a través de la investigación, diversos inconvenientes; adicionalmente, requiere un entrenamiento muy riguroso para logar aplicarla de manera idónea.  En Colombia no son muchos los psicólogos forenses que la utilizan en sus entrevistas a presuntas víctimas de abuso sexual. 
El protocolo NICHD, tomó su nombre de la entidad en que fue desarrollado: el National Institute of Child Health and Human Development, consta de 18 pasos, los cuales son: 
1.   Presentación de las partes y sus funciones.
2.  La cuestión de la verdad y la mentira.
3.  La construcción del rapport.
4.  Un muestreo del lenguaje.
5.  Describir un suceso importante reciente.
6.  La primera narración explicativa del suceso alegado.
7.  Explicación del último incidente (si ha informado de múltiples incidentes).
8.  Realizar preguntas aclaratorias.
9.   Hacer preguntas abiertas complementarias sobre el último incidente.
10.  Narración del primer incidente.
11.  Preguntas indicio sobre el primer incidente.
12.  Preguntas abiertas/cerradas complementarias sobre el primer incidente.
13.  Narración de otros incidentes que el niño también recuerde.
14.  Preguntas aclaratorias.
15.  Preguntas directas complementarias sobre el incidente.
16.  Planteamiento de preguntas conductivas sobre detalles importantes desde un punto de vista judicial y que el niño no hubiera mencionado.
17.  Invitación para que aporte cualquier otra información que estime oportuna.
18.  Volver a un tema neutro.
Este protocolo tiene la ventaja de tener filtros que le permiten al entrevistador obtener precisión en lo relatado por el niño, niña o adolescente a través de las preguntas aclaratorias.
El protocolo SATAC, también conocido como RATAC por sus siglas en inglés, toma su nombre de las cinco etapas de que consta: 
1.   Simpatía.
2.   Identificación Anatómica: Anatomía.
3.   Preguntas sobre Tocamiento: Tocamiento.
4.   Escenario del Abuso: Abuso.
5.   Cierre. 
No obstante, por definición, el SATAC es un proceso semi-estructurado y se espera que estas etapas “se puedan modificar o eliminar para tener en cuenta los aspectos relacionados con el desarrollo y/o la espontaneidad de cada niño/a.” (Anderson et al,  2010, p. 202), sin embargo los cambios a las etapas deben estar suficientemente sustentados.  Este protocolo ha recibido bastantes críticas, lo cual será tratado con mayor detalle en otro escrito.
La entrevista paso a paso o step wise fue desarrollada por Yuille y sus colaboradores y su formato global implica nueve pasos básicos (Cantón, 2008): 
1.   Construcción del rapport.
2.   Pedir que recuerde dos sucesos específicos.
3.   Explicarle al niño la necesidad de decir la verdad
4.   Introducir el tema objeto de la entrevista.
5.   Estimular una narrativa libre.
6.   Plantear preguntas generales.
7.   Plantearle preguntas específicas.
8.   Utilización de instrumentos de ayuda en la entrevista (si es necesario): “se pueden utilizar dibujos y muñecos para clarificar la narración del niño, pero siempre después de que éste haya terminado su narración” (Cantón, 2008, p. 132).
9.   Conclusión de la entrevista.
El protocolo de entrevista forense de Michigan o guía de Poole y Lamb fue creado por un grupo de investigadores en el año 1992 del Estado de Michigan con base en los supuesto teóricos y de investigación de Poole y Lamb (Espinosa, 2011) e incluye 9 etapas:
1.   Preparar el entorno de la entrevista
2.   La presentación
3.   Competencia legal (la verdad/mentira)
4.   Establecer las reglas de base
5.   Completar el rapport con una entrevista de práctica.
6.   Introducir el tema
7.   La narrativa libre
8.   Interrogatorio y clarificación
9.   Cierre (Estado de Michigan, grupo de trabajo del gobernador para la justicia del menor, 1993).
Como se dijo, este es uno de los protocolos, junto con el NICHD y el SATAC que más se emplea en Colombia.  Tiene como todos los demás protocolos, la ventaja de preparar al niño, niña o adolescente para la entrevista y ser desarrollado por etapas de manera que se va a  entrando al asunto de interés poco a poco. 
Es necesario dejar claro que cualquier protocolo que se decida utilizar requiere entrenamiento supervisado con el fin de minimizar los errores durante las entrevistas que dejen en duda el testimonio del niño, niña o adolescente, máxime cuando, como ocurre con el delito del abuso sexual, puede ser la única prueba para demostrar que el delito ocurrió.

Para citar este escrito según normas APA:
MS. Ospino-Rodríguez. (17 de marzo de 2014).  ¿Cómo entrevistar a un niño, niñao adolescente presunta víctima de abuso sexual? .   [Mensaje en un blog].  Recuperado de http://lapsicologiaforense.blogspot.com.

REFERENCIAS
Anderson, J; Ellefson, J; Lashley, J; Miller, A; Olinger, S; Russell, A; Stauffer, J y Weigman, J.  (2010). Protocolo RATAC para entrevistas forenses de Cornerhouse. Journal of practical and clinical law, 12(2), 193-331
Arce, R. y Fariña, F.  (2006).  Psicología del testimonio y evaluación cognitiva de la veracidad de testigos y declaraciones.  En J.C. Sierra, E.M. Jiménez y G.Buela-Casal (Coords.).  Psicología forense: Manual de técnicas y aplicaciones, pp.563-601.  Madrid:  Biblioteca Nueva. 
Cantón, J. (2008).  Guías y protocolos publicados para la realización de la entrevista de investigación.  En J. Cantón y M. Cortés.  Guía para la evaluación del abuso sexual pirámide. 2ª. Ed. pp. 123-146.  Madrid: Edición Pirámide
Cantón, J. y Cortés, M. (2008).  Guía para la evaluación del abuso sexual pirámide. 21. Ed., Madrid: Edición Pirámide.
Espinosa, A.  (2011).  La Psicología del testimonio.  En G. Hernández (Coord.).  Psicología Jurídica Iberoamericana, pp.  197-230.  Bogotá:  Manual Moderno
Estado de Michigan, grupo de trabajo del gobernador para la justicia del menor.  (1993).  Protocolo de entrevista forense.  Recuperado de www.arpap.org.
Godoy, V. y Higueras, L.  (2005).  El análisis de contenido basado en criterios (CBCA) en la evaluación de la credibilidad de testimonio.  Papeles del Psicólogo, 26(92), pp.92-98.
Manzanero, A.  (2008).  Psicología del Testimonio.  Una aplicación de los estudios sobre la memoria.  Madrid: Pirámide.
Manzanero, A. (2010).  Memorias de testigos.  Obtenión y valoración de la prueba pericial.  Madrid: Ediciones Pirámide.
Perona, A., Bottoms, B & Sorenson, E. (2006) Directrices basadas en investigaciones para realizar entrevistas forenses a menores.  The Haworth Document Delivery Service. Recuperado de http://www.amparoyjusticia.cl/file/directrices_investigaciones.pdf
Suárez, J. (2004).   La credibilidad del testimonio infantil ante supuestos de abuso sexual:  indicadores psicosociales. Tesis de grado doctoral: Universidad de Girona.   Recuperado de http://www.buentrato.cl/pdf/est_inv/maltra/mi_juarez.pdf.
Vásquez, B.  (2005).  Manual de Psicología Forense.  Madrid: Editorial Síntesis.

Vásquez, B., y Catalán, M.J.  (2011).  Casos prácticos en Psicología Forense.  Madrid: EOS Psicología Jurídica.