ORP ASOCIADOS

Ospino Rodríguez Profesionales Asociados. Peritajes en los ámbitos Penal, de Familia y Laboral.

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QUE ES PSICOLOGIA FORENSE

La Psicología Forense es especialmente útil en la realización de pericias penales, evaluación de presuntos agresores y daño psicológico, valoración para inimputabilidad, elaboración de evaluaciones psicológicas forenses, asesoría técnica a la Defensa o a la Fiscalía y el acompañamiento de víctimas o testigos en las audiencias orales.

USOS DE LA PSICOLOGIA FORENSE

La Psicología Forense ofrece un amplio abanico de usos prácticos especialmente útiles en el ejercicio jurídico tanto para la Defensa como para la Fiscalía.

EXAMEN DEL ESTADO MENTAL

Como testigo experta en juicio, uno de los aspectos que se deben verificar en los informes que otros profesionales de la Psicología forense hayan presentados es la realización del examen juicioso del estado mental de la persona evaluada toda vez que es un requerimiento en toda evaluación psicológica forense.

EN EL AMBITO DE LA FAMILIA

La Psicología Forense, como subárea especializada de la Psicología Jurídica, tiene como acción principal “la realización de evaluaciones psicológicas por solicitud de autoridades competentes, para aportar información especializada y veraz, que se convertirá en un medio probatorio para orientar la toma de decisiones judiciales”.

martes, 22 de abril de 2014

MALTRATADOR DOMESTICO


Martha Stella Ospino-Rodríguez.       
La motivación principal del maltratador intrafamiliar es mantener el control sobre la víctima.  Se puede pensar que la causa de la violencia es la agresión, sin embargo no es así, el principal objetivo es demostrar poder y ejercer control sobre la víctima.  Para logarlo emplea diversas tácticas como el aislamiento, las amenazas, ocasionales atenciones y gratificaciones para la víctima y diversas demostraciones de omnipotencia, degradación e imposición de demandas triviales.  Estos patrones son similares para los diversos tipos de violencia, ya sea física, emocional, sexual y patrimonial (Alberta Justice and Solicitor General Criminal Justice Division, 2013).
Estas tácticas hacen que la víctima no salga de las relaciones abusivas que pueden ser:
´  Abuso emocional.
´  Amenazas o actos de encierro, abuso sexual o daño físico a la víctima o a sus hijos.
´  Comportamientos de control.
´  Amenaza de suicidio u homicidio.
´  Acoso.

CARACTERÍSTICAS CENTRALES DE LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR
De acuerdo con la National Justice Institute on Domestic Violence (citado por Alberta Justice and Solicitor General Criminal Justice Division, 2013), existen cinco características centrales de la violencia intrafamiliar:
´  La violencia intrafamiliar es un comportamiento aprendido.
´  La VIF generalmente involucra comportamientos repetitivos que acompaña diferentes tipos de abuso.
´  El abusador es quien causa la violencia, no el contenido del abuso, ni la victima ni la relación.
´  Es muy probable que el daño a la víctima y a los niños se incremente al momento de la separación.
´  El comportamiento de la víctima a menudo es una forma de asegurar su supervivencia.

PERFIL DEL MALTRATADOR INTRAFAMILIAR

PRIMERA TIPOLOGÍA
Holtzworth-Munroe y Stuart (1994) establecieron tres tipos de maltratadores:
1.  Hombres violentos sólo en la familia (FO, Family Only), cuyas características sobresalientes son: intensidad moderada de violencia, sin expresiones altas de violencia sexual o psicológica; la violencia en este grupo se restringe a los miembros de la familia y no tienen problemas legales; hay poca evidencia de psicopatología o de desórdenes de personalidad.  Constituyen aproximadamente la mitad de los hombres demandados por abuso en su hogar (Holtzworth-Munroe y Stuart, 1994).
Vásquez (2005) suministra las siguientes recomendaciones de manejo en los casos de violencia intrafamiliar con este tipo de hombres:
·         Retener con el personal de apoyo al posible agresor el máximo de tiempo ya que el mero paso del tiempo tiende a disipar la intención de llevar a cabo la conducta agresiva. Pensar que aunque un agresor se retire de un escenario al ver a las fuerzas de seguridad, nada le impedirá volver más tarde.
·         No intentar convencer, argumentar y aún menos reconvenir a un agresor sobre lo  inconveniente de su conducta. Escuchar de forma neutral de manera que no se sienta juzgado y se exprese de la forma más abierta posible.
·         Apuntar de la forma más objetiva y literal lo que expresa la persona y su conducta no verbal: gestos, expresión corporal, etc.
·         La clave de intervención en crisis en estos casos es escuchar mucho y hablar poco, de forma tranquilizadora, intentando que el agresor no se sienta amenazado, mientras se solicitan refuerzos, si fueran necesarios. En el caso de que la persona se encuentre agitada es necesario reducirla de forma respetuosa y con el mínimo de violencia posible.
·         Si la persona se encuentra bajo los efectos del alcohol o las drogas llevarle ante las autoridades médicas inmediatamente.
·         Es muy importante observar la conducta no verbal y dentro de ella la incongruencia emocional que es un signo claro de alarma. Un desajuste emocional puede estar enmascarando una posible conducta agresiva ulterior.
·         La única ventaja que ofrece es durante las fases de culpa que pueda sentir el maltratador en las que se puede iniciar una intervención terapéutica.

2.  El subtipo disfórico/borderline (DB) con las siguientes características: exhiben niveles moderados de violencia con abuso psicológico y sexual; a pesar que su expresión de violencia se muestra principalmente con los miembros del hogar, también se observa en otros espacios y pueden estar implicados en comportamientos delictivos.  Estos hombres son más disfóricos, con problemas de estrés y emocionalmente volátiles.  Pueden presentar trastornos de personalidad como boderline o límite y esquizoide y niveles moderados de abuso de alcohol hogar.  Este grupo constituye aproximadamente el 25% de los casos de maltratadores domésticos (Holtzworth-Munroe y Stuart, 1994).

¿Qué hacer con este tipo de agresores ante la amenaza de una agresión inmediata?  Vásquez (2005) recomienda:
·         En este caso siempre tomamos muy en serio las amenazas y procedemos a ejercer las acciones para proteger a la víctima: protección judicial y social
·         Tener en cuenta que la mera orden de alejamiento no garantiza en nada la seguridad de la víctima. Si el agresor no obedeciera una orden de alejamiento judicial es urgente proceder a su detención inmediata.
·         Al tratarse de un trastorno de personalidad que sí es abordable de forma terapéutica, pondríamos al agresor inmediatamente en manos de un psicólogo o psiquiatra especializado.
·         En este tipo de agresores son habituales las autolesiones como cortarse las venas o la lengua y gestos dramáticos que pueden acabar en suicidio consumado. Procederemos por tanto a tenerle en todo momento vigilado hasta que sea examinado por un facultativo.
3.  Generalmente violento/antisocial (GVA): presentan niveles de moderada a severa violencia, incluyendo la psicológica y sexual y un alto historial de problemas legales. Es muy probable que tengan dependencia al alcohol y/o drogas y el trastorno de personalidad antisocial o psicopatía.  El porcentaje de casos en este grupo es de aproximadamente el 25% (Holtzworth-Munroe y Stuart, 1994).

Vásquez (2005) plantea como recomendaciones con este tipo de maltratadores:
  • Por ser la motivación del maltratador instrumental y no psicológica se sugiere como medida eficaz la detención preventiva.
  • No se sugiere la mediación  o la psicoterapia puesto que resultarían contraproducentes e ineficaces.
SEGUNDA TIPOLOGÍA
Gottman, Jacobson, Rushe, Shortt, Babcock, La Taillade y Waltz (1995) establecieron la relación entre las respuestas fisiológicas emitidas ante una violencia de pareja.  Como índice de respuesta fisiológica utilizaron la tasa cardiaca y la dilatación pupilar a los cinco minutos de la discusión.  Establecieron dos tipos de hombres violentos. 
El Tipo I, denominado “Cobra” manifestaba una disminución en su frecuencia cardiaca, exteriorizaban mucha agresividad y desprecio hacia la víctima y se comportaban violentamente con otro tipo de personas (amigos, desconocidos, compañeros de trabajo, etc.); presentaban altos índices de comportamiento antisocial, agresión sádica, dependencia al alcohol y las drogas y fueron menos dependientes que el Tipo II.   
El tipo II, denominado “pitbull”, presentaron un aumento en su frecuencia cardiaca ante una discusión de pareja.  Es violento solamente con las personas que ama, “celoso y tiene miedo al abandono, priva a la pareja de su independiencia… vigila y ataca públicamente a su pareja,.. tiene potencial para rehabilitación y no ha sido acusado de ningún crimen” (Velásquez, 2011).  En este tipo de hombres violentos la conducta violenta era impulsiva, una conducta mediatizada por la ira que refleja la incapacidad en el control de los impulsos o en la expresión de los afectos (Torres, Lemos-Giráldez y Herrero, 2013).
A los dos años de seguimiento la tasa de divorcio en el Tipo I fue de 0, en contraste con el Tipo II que fue de 21,5%. 

TERCERA TIPOLOGÍA
Ferrer, Bosch, García, Manassero y Gili (2004), realizaron un meta-análisis de investigaciones realizadas entre 1988 y 1998 que comparaban a maltratadores y no maltratadores.  En este trabajo concluyeron que los hombres que ejercen violencia hacia sus parejas presentan trastornos de personalidad (esquizotípico y depresivo) y otro tipo de trastornos psicopatológicos, abusan del alcohol y/o drogas en mayor medida que los hombres no violentos (Torres, Lemos-Giráldez y Herrero, 2013).

CUARTA TIPOLOGÍA
Echeburúa y Fernández-Montalvo (1997 citado por Torres, Lemos-Giráldez y Herrero, 2013) en España establecieron dos tipos de hombre maltratadores:

1. Los sujetos “violentos con la pareja/estables emocionalmente/integrados socialmente”, equivalentes al tipo normalizado, se caracterizan por violencia limitada a la pareja, menor número de distorsiones cognitivas, menor abuso de drogas, menor presencia de antecedentes penales, mayor autoestima, mayor control de la ira, poca presencia de síndromes clínicos y estilos de personalidad compulsivos, narcisistas e histriónicos. Con un estilo de apego predominantemente seguro, tienen mayor empatía y muestran mayor deseabilidad social.

2. Los sujetos “violentos generalizados/poco estables emocionalmente/no integrados socialmente” se caracterizan por violencia que se extiende más allá de la pareja y presentan antecedentes penales con mayor frecuencia. Estos sujetos están más afectados por síntomas clínicos, tienen más distorsiones cognitivas, dependen más del alcohol/drogas y muestran rasgos de personalidad antisocial, paranoide y negativista.  Asimismo, son más impulsivos y se muestran menos empáticos que los sujetos del grupo anterior, con estilo de apego inseguro u hostil.

QUINTA TIPOLOGÍA
Holtzworth-Munroe, Meehan, Herron y Rehman (2000) encontraron cuatro subgrupos:  limitado al ámbito familiar, disfórico/borderline, generalmente violento/antisocial y antisocial de bajo nivel que se encontraría entre los violentos familiares y el generalmente violento. Este subgrupo tenía puntuaciones moderadas en las medidas de antisocial, violencia conyugal y la violencia en general y fue denominado antisocial de bajo nivel (LLA).

SEXTA TIPOLOGÍA
Fernández-Montalvo y Echeburúa (2008), a falta de datos empíricos que soporten alguna tipología sólida, proponen que los hombre agresores son:
  1. Personas machistas.
  2. Inestables emocionalmente y dependientes, que se vuelven peligrosos si la mujer corta la relación.
  3. Adictos al alcohol o las drogas, en donde la adicción actúa como un desinhibidor.
  4. Hombres con un trastorno de personalidad (los más frecuentemente descritos han sido el trastorno antisocial de la personalidad, el límite y el narcisista) que disfrutan pegando o que, al menos, no tienen inhibiciones para hacerlo.
SÉPTIMA TIPOLOGÍA
Torres, Lemos-Giráldez y Herrero (2013) en la revisión de la literatura científica de estos últimos años sobre agresores de pareja pone de manifiesto: 
  1.  La alta prevalencia de los trastornos de la personalidad entre los hombres que ejercen violencia hacia su pareja. Entre estos trastornos se han encontrado especialmente el borderline, antisocial, narcisista y paranoide
  2. El consumo abusivo de alcohol y otras drogas.
Una vez presentados los perfiles de los hombres maltratadores propuestos por los investigadores, se observa la necesidad de realizar evaluaciones psicológicas juiciosas a los hombres que maltratan a sus esposas, labor que debe realizar un profesional de la Psicología Forense.  Estas evaluaciones deben ser efectuadas con el fin de determinar los factores de riesgo para futuros eventos de violencia y las necesidades de intervención, dado que no todos los abusadores responden al mismo tipo de tratamiento.

Para citar este escrito según normas APA:

MS. Ospino-Rodríguez. (3 de marzo de 2014).  Maltratador intrafamiliar.   [Mensaje en un blog].  Recuperado de 
http://lapsicologiaforense.blogspot.com.


REFERENCIAS
Alberta Justice and Solicitor General Criminal Justice Division (2013).  Domestic violence handbook  for Police and Crow Prosecutors in Alberta.   Recuperado de http://www.solgps.alberta.ca/programs_and_services/victim_services/help_for_victims/Publications/Domestic%20Violence%20Handbook.pdf.

Fernández-Montalvo, J. y Echeburúa, E.  (2008).  Trastornos de personalidad y psicopatía en hombres condenados por violencia grave contra la pareja.   Psicothema, 20(2), 193-198.

Gottman, J., Jacobson, N., Rushe, R., Shortt, J., Babcock, J., La Taillade, J. y Waltz, J. (1995). The relationship between heart rate reactivity, emotionally aggressive behavior, and general violence in batterers. Journal of Family Psychology, 9, 227-248.  Recuperado de psycnet.apa.org/journals/fam/9/3/227.html‎

Holtzworth-Munroe, A, Meehan, J., Herron, K y Rehman, U. (2000).  Testing the Holtzworth-Munroe and Stuart (1994) batterer typology.  Journal of Consulting and Clinical Psychology. 68(6), 1000-1019. doi: 10.1037//0022-006X.68.6.1000

Holtzworth-Munroe, A. y Stuart, G. (1994). Typologies of male batterers: Three subtypes and the differences among them. Psychological Bulletin, 116, 476- 497.  Recuperado de psych.indiana.edu/.../Holtzworth-Munroe_and_Stuart‎

Torres, A., Lemos-Giráldez, S., y Herrero, J.  (2013).  Violencia hacia la mujer: características psicológicas y de personalidad de los hombres que maltratan a su
Pareja.  Anales de Psicología, 29(1), 9-18.  Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=16725574002

Vásquez, B.  (2005).  Temas específicos en Psicología Forense:  Malos tratos: el maltrato en la pareja como forma de maltrato global.  En B. Vásquez.  Manual de Psicología Forense.  (pp. 96- 123).  Madrid:  Editorial Síntesis


Velásquez, C.  (2011).  Maltratadores intrafamiliares.  Rasgos y características descriptivas.  En G. Hernández.  Psicología jurídica iberoamericana.  (pp.  309-326).  Bogotá:  Manual Moderno.

CONSECUENCIAS DE LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR



Martha Stella Ospino-Rodríguez.    
Como se había dicho, la violencia intrafamiliar es definida como el abuso físico, emocional, patrimonial o sexual ejercido por uno de los miembros de la familia a través del dominio, el control o la superioridad; por tanto este delito afecta a cada uno de los integrantes de la familia y a la sociedad en general.  En los niños trae como consecuencias diversos problemas emocionales y de comportamiento, entre las que se encuentran:
·        Depresión
·        Ansiedad.
·        Bajo rendimiento escolar
·        Violencia hacia los pares
·        Violencia hacia la progenitora
·        Existe una mayor probabilidad de ser un hombre golpeador que uno que no sido golpeado porque normaliza la violencia en la familia.
·  La historia de violencia intrafamiliar es un indicador de delincuencia violenta (homicidio) en la juventud y/o  en la edad adulta
En las mujeres, igualmente se pueden presentar problemas emocionales y hasta la muerte.  Las consecuencias físicas pueden ser:
·        Fracturas
·        Hematomas
·        Cicatrices
·        Limitaciones físicas
·        Abortos
A nivel emocional se encuentran: cefaleas, trastornos de sueño, disfunciones sexuales, transtorno somatoformo, agresividad, irritabilidad, inseguridad, ansiedad extrema, depresión, pérdida de autoestima (con sentimientos de culpabilidad asociados), aislamiento social, dependencia emocional, estrés postraumático, dependencia a sustancias psicoactivas, inadaptación en diferentes áreas de la vida como el trabajo, la relación con la familia (cuidado de los hijos, dinámica con padres), área social y sexual, el doble ciego  (Ravazzola, 1999), déficit en la solución de problemas, suicidio y síndrome de la mujer maltratada (Amor, Echeburúa, de Corral, Zubizarreta y Sarasua, 2002; Cobos, 1999, citado en Ospino y Vidal, 2011; Jackson, Petritic-Jackson y Witte, 2002; Pérez, 2002 y, Radford y Hester, 2006).  
En el hombre maltratado también se desencadenan dificultades psicológicas, tales como: trastornos del estado de ánimo como depresión, trastornos de ansiedad con ataques de pánico, baja autoestima, disminución autoconcepto, disminución en el rendimiento laboral, trastornos psicosomáticos, trastornos de sueño (Trujano, Martínez y Benítez, 2002).
A pesar que la violencia hacia el hombre al interior del hogar está aumentando, las cifras reveladas por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses en el año 2011 muestran que la mujer ocupa el mayor número de casos reportados a nivel nacional de violencia doméstica en Colombia: se reportaron un total de 57.781 casos, de los cuales 51.092 fueron mujeres y 6.669 hombres (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2012). 
Al ser considerado un problema privado y que ocurre al interior del hogar es de difícil demostración, máxime cuando se trata de violencia emocional, sexual o patrimonial.  Por esta razón realicé un estudio en el año 2010, durante los meses de febrero a abril, en el Centro de Atención de la Violencia Intrafamiliar -CAVIF- de Bogotá que tuvo como objetivo determinar las consecuencias de la violencia intrafamiliar en las mujeres que acudían a solicitar una medida de protección. Fue una investigación cuantitativa con diseño no experimental de corte transversal descriptivo con 53 mujeres víctimas a quienes valoré a través de un protocolo consistente en observación directa, entrevista semiestructurada paso a paso, el análisis del expediente y la aplicación de las siguientes pruebas psicológicas: la Escala de Gravedad de Síntomas del Trastorno de Estrés Postraumático de Echeburúa, el Inventario de Ansiedad Estado – Rasgo (STAI), el Inventario de Depresión de Beck (BDI) y la escala de Autoestima de Rosenberg (Ospino, 2012).

Los resultados mostraron que  las pericias psicológicas revelan datos de afectación emocional de las mujeres en los siguientes porcentajes: 
AFECTACIÓN EMOCIONAL
PORCENTAJE
(%)
Depresión
85
Ansiedad de estado, rasgo o combinada
98
Baja Autoestima
51
Estrés postraumático
43

Se hallaron los siguientes factores de riesgo relacionados con la pareja:
·        Consumo de alcohol: en el 62% de los casos.
·        Consumo de sustancias psicoactivas: en el 17% de los casos
·        Dificultades para controlar los impulsos agresivos: 96%
·        Comportamiento violento con personas fuera de la familia: 55%
·        Celos: 75%
·        Trastorno mental no diagnosticado: 22%
·        Comportamiento violento en presencia de los hijos: 87%
·        Antecedentes de maltrato infantil: 60% y,
·        Porte de armas: 23%.
Los datos obtenidos corroboran los hallazgos en otras investigaciones y demuestran que la violencia al interior del hogar trae consecuencias emocionales y está asociada a diversos factores que requieren ser intervenidos de manera urgente.
Una de las labor de la Psicología Forenses en los casos de violencia intrafamiliar es determinar el daño emocional producido por la violencia intrafamiliar, que como lo demostró el estudio realizado en el CAVIF afecta a las víctimas de este delito.

Para citar este escrito según normas APA:

MS. Ospino-Rodríguez. (24 de febrero de 2014).  Consecuencias de la Violencia Intrafamiliar. 
[Mensaje en un blog].  Recuperado de http://lapsicologiaforense.blogspot.com

REFERENCIAS
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.  (2012).  Comportamiento de la violencia intrafamiliar Colombia, 2011.  Recuperado de http://www.medicinalegal.gov.co/
Jackson, T; Petritic-Jackson, P & Witte, T (2002).  Mental Health Assessment Tools and Techniques for Working With Battered Women.  En Roberts, A & Roberts, A. (Ed.). Handbook of Domestic Violence Intervention Strategies: Policies, Programs, and Legal Remedies (278-308).  USA: Oxford University Press.  Recuperado el 27 de marzo de 2010, del sitio web http://site.ebrary.com/lib/lablaavirtual/Doc?id=10085252.
Ospino, M.S.  (2012).  Aportes de la Psicología Forense a los casos de violencia de pareja contra la mujer.  Memorias del I Encuentro Internacional de Investigadores de la Universidad Cooperativa de Colombia sede Villavicencio.  ISNN 2322-9616.
Ospino, M.S. y Vidal, C.V.  (2011).  Asociación entre las pericias psicológicas y otros medios probatorios en las decisiones en las Comisarías de Familia de Bogotá (en los casos de violencia de pareja contra la mujer).  Tesis de Maestría no publicada,  Universidad Santo Tomás.  Bogotá, Colombia.
Pérez, A. (2002). Psicopatología de la mujer víctima de violencia doméstica. En Tercer Congreso Virtual de Psiquiatría Interpsiquis 2002. psiquiatría.com.  Recuperado 22 enero de 2010 del sitio webhttp://www.psiquiatria.com/psiquiatria/revista/69/4840/?++interactivo
Radford, L. & Hester, M.  (2006). Mothering Through Domestic Violence.  London, GBR: Jessica Kingsley Publishers.  Recuperado el 27 de Marzo de 2010, del sitio web http://site.ebrary.com/lib/lablaavirtual/Doc?id=10156028.
Ravazzola, M. (1999).  Historias infames: los maltratos en las relaciones.  Buenos Aires: Paidos.
Trujano, P., Martínez, K. y Benítez, J. (2002). Violencia hacia el varón. Psiquis, 33(4), 5-19.

VIOLENCIA INTRAFAMILIAR




Martha Stella Ospino-Rodríguez.     
La violencia intrafamiliar es definida como el abuso físico, emocional, patrimonial o sexual ejercido por uno de los miembros de la familia a través del dominio, el control o la superioridad.  Veamos varias definiciones dadas por diversas instituciones y autores: La American Psycological Association (2006, citado por Walker, 2000) la define como  “un patrón de abuso, que incluye tanto la violencia física y sexual como el maltrato psicológico y abuso sexual”.  Por su parte,  Fernández et al, (2003) la definen como “Aquellas agresiones que se producen en el ámbito privado en el que el agresor, generalmente varón, tiene una relación de pareja con la víctima.  Dos elementos deben tenerse en cuenta en la definición: la reiteración o habitualidad de los actos violentos y la situación de dominio del agresor que utiliza la violencia para el sometimiento y control de la víctima”.   Echeburúa (1994) dice que la violencia intrafamiliar son “las agresiones físicas, psíquicas, sexuales o de otra índole, llevadas a cabo reiteradamente por parte de un familiar (habitualmente el marido) y que causan daño físico y/o psíquico y vulneran la libertad de otra persona (habitualmente la esposa)”.  Duque, Rodríguez y Weinstein (1990 citados en Larrain, 1994) expresan que es un “fenómeno social que ocurre en un grupo familiar, sea este resultado de una unión consensual o legal, y que consiste en el uso de medios instrumentales por parte del cónyuge o pareja para intimidar psicológicamente o anular física, intelectual o moralmente a su pareja”. La Ley 294 de 1996 modificada por la Ley 575 de 2000 “considera víctima de violencia intrafamiliar a toda persona que en el contexto de una familia sea víctima de daño físico o psíquico, amenaza, agravio, ofensa, tortura o ultraje, o cualquier otra forma de agresión por causa del comportamiento de otro integrante de la unidad familiar”.
En estas definiciones presentadas existen varios elementos en común:
  1. Ocurre al interior del hogar.
  2. Presenta diversas formas.
  3. Sigue un patrón o es reiterativa.
  4. La ejerce quien tiene poder.
  5. Su finalidad es lograr el sometimiento o dominio de la víctima.
El poder puede ser por: (a) edad:  el mayor maltrata al menor:  los adultos a los niños, niñas y adolescentes; (b) género: el hombre a la mujer; (c) recursos económicos:  es víctima quien posee menos ingresos o recursos económicos o (d) condiciones socioculturales: el agresor tiene un nivel social y cultural mayor que la víctima.
Asi mismo de las definiciones dadas se deduce que existen diversos tipos de violencia.  Esta se puede diferenciar por la forma:  física, emocional, sexual o patrimonial.  O por la persona que es víctima, entonces se habla de violencia de pareja, infantil o hacia el anciano o persona adulta mayor.  La violencia física se ejerce sobre el cuerpo a través de un elemento o con el cuerpo mismo o puede ser contra la salud de la víctima: empujones, pellizcos, golpes, quemaduras, envenenamiento, etc.  En la emocional o psicológica se expresan “acciones de violencia verbal, lenguaje corporal de rechazo o descalificación, chantaje emocional” (Ospino, Vidal, Valencia y Oyuela-Vargas, 2012, p. 85).  La violencia sexual ha sido definida por la Consejería Presidencial para la Política Social (2001) como la imposición de actos de orden sexual contra una persona mediante el uso de la fuerza, la amenaza, el chantaje, el soborno, la intimidación o cualquier otro medio que anule o limite la voluntad del otro.  Y la violencia económica y patrimonial es “cualquier acción u omisión orientada al abuso económico, el control abusivo de las finanzas, recompensas o castigos monetarios a las mujeres por razón de su condición social, económica o política… pérdida, transformación, sustracción, destrucción, retención o distracción de objetos, instrumentos de trabajo, documentos personales, bienes, valores, derechos o económicos destinados a satisfacer las necesidades de la mujer” (Ley 1257 de 2008, Art. 2 y 3).
La violencia intrafamiliar es determinada por diversos factores: sociales, familiares, de pareja e individuales.  A continuación se van a presentar algunos de estos factores sin pretender ser exhaustiva:
  1. Factores sociales: La situación de violencia social, la desigualdad, la insatisfacción de necesidades básicas y el predominio de condiciones de autoridad patriarcal autoritaria.
  2. Factores familiares: el aprendizaje del inadecuado manejo de la ira, la historia de violencia en familia de origen – normalización de la violencia y condiciones especiales de algún integrante del grupo como discapacidad.
  3. Factores individuales: Bajo nivel de autoestima, actitudes negativas hacia sí mismo, ansiedad, abuso de sustancias, baja adaptación social, irritabilidad, pertenecer a minorías étnicas, dependencia económica, alta impulsividad y baja asertividad.
  4. Factores propios de la pareja: edad de la pareja, uniones temporales, no legalizadas e insatisfacción de la pareja.
Pero, si bien es cierto estos factores vistos, pueden estar presentes en familias en donde se observa la violencia intrafamiliar, también es cierto que existen en familias en las que no se manifiesta este fenómeno.  Entonces, ¿qué explica la violencia intrafamiliar?  Son varias las teorías explicativas a este delito:
  1. Teoría del ciclo de la violencia:  propuesta por la trabajadora social Leonore Walker en el año 1979.
  2. Teoría de la desesperanza o indefensión aprendida
  3. Teoría del Costo-Beneficio
  4. Teoría de Acción Razonada de Fishbein y Ajzen (1975)
  5. Teoría de la dependencia psicológica- Compromiso con el matrimonio
  6. Teoría de la dependencia Económica.
La Teoría del ciclo de la violencia expresa que esta se presenta de manera cíclica compuesta por etapas:  (a) Acumulación de la tensión:  por lo general la mujer acepta la agresión futura y la justifica, niega los acontecimientos que está viviendo, no quiere ayuda.  El varón empieza a incrementar su espíritu posesivo, su actitud sofocante y brutal.  Las peleas se vuelven más frecuentes y largas.  La mujer es incapaz de retornar al equilibrio, está indefensa. (b)  Explosión o incidente agudo:  El agresor adopta un comportamiento fuera de control, su rabia es tal que ciega su comportamiento, la mujer sabe que no puede controlar la ansiedad y el terror y como sabe que viene un periodo de calma y amor, puede llegar incluso a provocar esta segunda etapa para que pase rápido y obtener las ganancias secundarias. (c) Tregua amorosa:  El agresor se da cuenta de que ha llegado muy lejos y trata de enmendar su falta frente a su víctima.  Es una etapa de absoluta calma, él le obsequia regalos, le hace promesas que nunca volverá a ocurrir.  La mujer sueña con lo bello que es el amor y esto es un reforzamiento para mantener esa relación.  El se ha vuelto el agresor fuerte, dependiente y un extraordinario amante (Rodríguez, 2005).
La teoría del coste-beneficio o del inercambio fue adaptada por Gelles (1983) y se basa en la visón económica de costo-beneficio de la conducta.  La violencia se utiliza en tanto que los costos sean menores a los beneficios obtenidos por la acción – legitimización de la violencia.  La legitimización se refleja en la escasez de sanciones para el agresor, lo cual apoya al individuo a ser violento sin ningún costo.
Los beneficios se refieren principalmente a la obtención y mantenimiento del poder del hombre sobre la mujer (Contreras, 2007).
Teoría de Acción Razonada o teoría de expectativa-valor propuesta por Fishbein y Azjen (1975) plantea la relación entre las actitudes (factor personal) y la norma subjetiva (factor influencia social) como determinantes de la intención y del comportamiento mismo.  Se señala que el mejor predictor de la conducta es la intención de llevarla a cabo, es decir, la intención es “predicha” por la actitud hacia ejecutar una conducta y por factores sociales bajo un concepto de razón atribuido y considerando que son comportamientos voluntarios (Palacios, 2009).  (Ver figura 1)
Figura 1.  Teoría razonada de Fishbein y Ajzen para la violencia intrafamiliar



Para citar este escrito según normas APA:

MS. Ospino-Rodríguez. (18 de febrero de 2014).  Violencia intrafamiliar.   [Mensaje en un blog].  Recuperado de http://lapsicologiaforense.blogspot.com

REFERENCIAS
Cerezo, A.  Las víctimas de lao violencia doméstica.  En E. Baca, E. Echeburúa y J. Tamarit.  Manual de victimología.  (pp. 164-190).  Madrid: Tirant lo Banch.
Consejería Presidencial para la Política Social. (2001). Reflexiones para la Intervención en la Problemática Familiar. Módulo IV: Violencia Intrafamiliar. Bogotá: Consejería Presidencial para la Política Social/ PNUD.
Contreras, J.  (2008).  La legitimidad social de la violencia contra la mujer en la pareja. Un estudio cualitativo con varones en la ciudad de México.  En R. Castro e I. Casique.  Estudios sobre cultura, genero y violencia contra las mujeres.  (pp.41-80).  Mexico: Universidad Autónoma de México.  Recuperado de http://books.google.com.co/
Echeburúa, E. (1994). Personalidades violentas. Madrid: Piramide.
Fernández, M., Velásquez, S. Buitrago, F.; Ciurana, R.; Chocron, L. García, J., Montón, C.,  Redondo, M. & Tizón, J. (2003). Violencia doméstica. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo. Recuperado el 2 de marzo de 2010, del sitio web  http://www.msc.es/ciudadanos/violencia/docs/violencia_domestica.pdf
Labrador, F., Paz, P., De Luis, P., y Fernández-Velasco, R.  (2004).  Mujeres víctimas de la violencia doméstica.  Programa de actuación.  Madrid:  Pirámide
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Ley 1257 de diciembre de 2008. Por la cual se dictan normas de sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación contra las mujeres, se reforman los Códigos Penal, de Procedimiento Penal, la ley 294 de 1996 y se dictan otras disposiciones.
Ospino, M.S., Vidal, C.V., Valencia, O. y Oyuela-Vargas, R.  (2012). Pericias psicológicas y otros medios probatorios en las decisiones en las comisarías de familia de Bogotá: casos de violencia de pareja contra la mujer.  Diversitas: Perspectivas Psicológicas.  (85-99), 8(1).
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Walker, L. (2000). The Battered Woman Syndrome. 2da Ed. New York: Springer.
















INFORME PERICIAL PSICOLOGICO 1a. PARTE

El Código de Procedimiento Penal colombiano en el artículo 242 define perito como “el asesor especializado experto en determinada ciencia, arte o técnica, designado por entidades oficiales o privadas”.  Este asesor especializado lo puede ser en el comportamiento humano, en cuyo caso el profesional de la Psicología expresará su opinión pericial en un informe pericial que deberá tener algunos apartados y características para considerarse de buena calidad.
El informe psicológico es entendido como “un resumen detallado por escrito (…) de todo el proceso llevado a cabo para realizar una evaluación psicológica, desde la determinación de unos objetivos concretos, la fijación de las áreas psicológicas pertinentes que conduzcan al esclarecimiento de dichos objetivos, la metodología empleada para analizar éstas áreas, los resultados obtenidos y su significación, y las conclusiones finales a las que llegan tras englobar todo el proceso anterior” (Jiménez y Bunce, 2006, p. 149).   En el campo jurídico el informe pericial es la base de la prueba pericial.
El objetivo de una prueba pericial es “proporcionar la información necesaria al Juez (operador de justicia) y a las partes sobre la evaluación científica de las alteraciones o trastornos psíquicos y establecer su puesta en relación con la cuestión legal de que se trate” (Tiffón, 2008, p. 53)
Obsérvense los elementos planteados por Tiffon:
1.          La información debe ser la que requiere el operador de justicia o las partes (abogado de la defensa o fiscalía), por tanto se deberá realizar la pericia psicológica teniendo en cuenta la petición del operador de justicia y las posibilidades que aporta la psicología como ciencia.
2.          La evaluación deberá ser científica, basada en las técnicas y teorías aprobadas por la comunidad científica de la Psicología.
3.          Según Tiffon, el perito se pronuncia sobre trastornos psíquicos; sin embargo no necesariamente debe hacerlo sobre trastornos. Sí sobre comportamientos, sobre personalidad, es decir sobre tópicos que maneja la Psicología.
4.          La información que el psicólogo presenta debe estar en relación con la cuestión legal de que se trate, ya que la pericia se deriva de una petición del operador de justicia dentro de un proceso judicial.
Si bien es cierto el psicólogo trabaja sobre intencionalidad y otra serie de aspectos subjetivos, en el área del derecho sólo se pronuncia sobre tópicos que pueda demostrar a través de la investigación científica, porque la prueba pericial es una prueba que como tal servirá para brindar elementos de defensa o de acusación.
Los tribunales de justicia solo quieren “hechos”, observaciones, inferencias y conclusiones y opiniones de perito aunque no sean sólo datos científicos y técnicos sino sociales, morales y por supuesto legales (Sicard, 2011), sin embargo todos ellos con apoyo en la comunidad científica.
 La comunidad científica, ha establecido las siguientes características en los informes periciales:
1.  Su tecnicidad y claridad, esto es, el profesional de la Psicología debe proceder de manera técnica y objetiva, de ahí que este es el primer elemento reseñado dentro de las características; la ciencia del comportamiento humano se basa sobre objetos observables y demostrables, bajo unos lineamientos teóricos y técnicos que le dan ese carácter científico.
2.  La labor que le cabe desarrollar al perito psicólogo en el ámbito jurídico, suele ser: “precisa, clara, con un lenguaje y conocimientos certeros” (Bustos, 2004 citado en Amato, 2004). Es decir, debe evitar ambigüedades; dado que es un profesional que presenta su procedimiento, técnica, metodología y conceptos a no legos de la Psicología deberá ser claro y expresarse en un lenguaje certero.
 3.  Los informes periciales también han de adecuarse a las leyes relacionadas con la materia que se está peritando y revelar el proceso psicodiagnostico.  “El informe debe adecuarse a las leyes, según la materia del informe sea Penal o Civil o en el campo de Menores.  El psicólogo debe manejar los artículos correspondientes de la Ley de Peritos” (Vásquez, 2005, p. 30).
4. Este tipo de informes, a diferencia de los del área clínica, no se realizan con fines de establecer las necesidades de tratamiento, pero si deben revelar cuál es el proceso realizado en la evaluación diagnóstica y revelar el diagnóstico final.
5. Es el resultado de un proceso diagnóstico:  Se ha de proceder de una forma técnica, y con ello de la forma más objetiva posible” (Vásquez, 2005, p- 30).
6.  Adicionalmente deben ser replicables, por ello "todas las operaciones que hayamos realizado deben constar en el capítulo dedicado a la metodología del informe" (Vásquez, 2005, p.30).  La idea que el informe pericial debe ser replicable es válida, necesaria y da sentido al informe, ya que dentro de éste el psicólogo va a basar las conclusiones siempre en los resultados obtenidos a partir de las operaciones mencionadas en la metodología. Si bien es cierto no es del todo replicable porque no es un experimento si debe mostrar el procedimiento llevado a cabo para que otro profesional de la Psicología lo pueda repetir en caso que lo desee, teniendo en cuenta que en el caso están implicadas muchas variables incontroladas las cuales van cambiando a lo largo del proceso judicial. De ahí que solo se habla del momento concreto en que se realizó la pericia y no se podrá generalizar (Vásquez, 2005).
 7.  En este tipo de informes "las conclusiones no son extrapolables a otras situaciones en que las variables presentes cambien o para otros fines que los establecidos por el juez en la propia pericia" (Vásquez, 2005, pp.30-31).
 8.  El informe pericial deberá ceñirse a las Normas APA en su presentación escrita. Las normas de la Asociación de Psicología Americana dan claridad y rigor en la presentación de los escritos, permitiendo al lector tener certeza del autor y obra que se cita, con el fin de poder profundizar y verificar lo escrito, entre otras ventajas.
Estos aspectos del informe pericial psicológico también son tratados en el Objeto de Aprendizaje publicado por la autora en la Biblioteca de Objetos de Aprendizaje de la Universidad de Antioquia.  Link:  http://aprendeenlinea.udea.edu.co/ova/?q=node/805.


Para citar este escrito según normas APA:

MS. Ospino-Rodríguez. (3 de febrero de 2014).  El Informe Pericial Psicológico. 1ª. Parte.  
[Mensaje en un blog].  Recuperado de http://lapsicologiaforense.blogspot.com.

REFERENCIAS 
Amato, M.I.  (2004).  La pericia psicológica en violencia familiar.  Buenos Aires: Ediciones Roca.

Código de Procedimiento Penal, Ley 906 de 2004.

Jiménez, E.M. y Bunce, D.  (2006).  Informe psicológico.  En J.C. Sierra, E.M. Jiménez y G. Buela-Casal (coords).  Psicología forense: manual de técnicas y aplicaciones.  (pp. 148-156).  Madrid:  Biblioteca Nueva.

Sicard, R. (2011).  El perito  psicólogo y la prueba pericial psicológica:  Fundamento de la eficiencia judicial en –Colombia.  En G. Hernández. Psicología Jurídica Iberoamericana (pp. 231-282).  Bogotá: Editorial Manual Moderna.

Tiffón, B. (2008).  Manual de consultoría en Psicología y psicopatología clínica, legal, jurídica, criminal y forense.  Barcelona: Bosch Editores.

Vásquez, B.  (2005).  Manual de Psicología Forense Madrid: Editorial Sintesis